viernes, 6 de junio de 2008

Ciudadela en el mar

Mi cabeza se despeja, siento la expansión de mi apretada mente cotidiana. Estoy en otro lugar, un clima diferente, inmenso, desolado, y no se como he llegado hasta aquí. Ante mis ojos, mis pies extendidos por delante, levemente caidos en oblicuo hacia abajo, suavemente flectados. Estoy flotando, desplazándome, y estoy en paz, alerta, y muy lúcido. Más allá de mis piernas, presencio la inmensidad del océano y su horizonte. Siento algo de ansiedad al percatarme que estoy en medio del mar, sin tierra a la vista. Es un espacio tremendo, increíble, solo el mar, el cielo completamente despejado y yo. Me impacta la pureza, la grandiosidad y la crudeza de los elementos. El mar es imponente, sus olas se confunden unas con las otras, no para de moverse y mutar tal como el altamar que conozco, sin embargo parece calmo, ondeante, y el dia está hermoso, azul brillante.
Mi cuerpo gira suavemente para dejar mis pies algo más hacia abajo y mi rostro de frente. Puedo ver las olas allá abajo, a unos 5 metros de altura. El mar es una masa inmensa de color verde oscuro, cambiante, imponete, profundo. Siento al viento atravesándome sin impactarme. Escucho el agua moverse.
A lo lejos, aparece lentamente una cuadrilla de estructuras cúbicas respaldecientes en medio de la nada. Me acerco paulatinamente y comienza acrecer mi curiosidad. Puedo notar que es una ciudadela, organizada quizá en unas 10 o 12 cuadras, y me desplazo hacia uno de sus pasajes sin desviar mi rumbo, como si mi trayectora se hubiese proyectado en una linea recta desde el principio. Puedo descender un poco e internarme en sus callejones. Se trata de estructuras de bordes metálicos robustos, perfiles de color gris en su mayor parte, compuesto por ventanas crsitalinas muy gruesas, al menos en las caras que afloran hacia la superficie, incluidos los techos. Me impresionan como cubos perfectos, de a uno, dos o tres pisos apilados unos sobre otros, ordenados perfectamente en cuadras de una o dos de estas estructuras de ancho, como piezas de un lego. Todas estas torres son transparentes con bordes metálicos. Sus vidrios son cristalinos , quizá suavemente ahumados. Están semisumergidos en el mar. No logro divisar las bases de las estructuras pues abajo, en el callejón, hacen sombra sobre el mar. Parecen firmemente ancladas pues no presentan ni la mas mínima inestabilidad, pero emergen del mar profundo!.... Me impresiono, como cuando observo en el puerto los cascos de los grandes navíos sumergirse, y las olas los golpean suavemente. Parecen habitaciones a escala humana. Es absurdo; me es incomprensible que en medio de la nada surja una ciudad como ésta.
Algunos de estos cubos incluyen otras estructuras metálicas: terracillas mínimas, antenas laterales, tuberías, sujecciones, formas mecánicas que no comprendo. Mi curiosidad es inmensa, decido acercarme al cristal de una de ellas, un segundo pisob en relacion al nivel del mar, creo, y con cautela miro hacia el interior. Logro divisar muebles, un mesón, quizá alacenas, uno o dos sillones como los que usan los dentistas. Me impresionan como una habitación con fines científicos. Todo está muy solo, no hay nadie habitándolas. No hay luces, ni ruidos que emanen desde allí. Logro percibir la total transparencia de sus paredes, veo muchos objetos que no logro reconocer en su función. La habitación debe tener unos tres metros de arista.
Me alejo de la estructura y me coloco en el pasaje. me deslizo por el callejón mientras contemplo la uniformidad de la ciudad y los modestos detalles que hacen especial a cada cubo, tuberías por aquí y por allá rompiendo las simetrías, pero todo perfectamente organizado, perfectamente alineados. Esta civilización no ha improvisado en nada.
Percibo el borde donde termina esta intervención. Al fondo , en perfecta y armónica perspectiva distingo el horizonte oceánico perfectamente delineado bajo el cielo azul. Me deslizo hacia el mar abierto. Cruzo la ultima linea de geometría y me interno hacia el océano. Mi velocidad comienza a aumentar y siento el viento en mis oídos. con esa sensacion de aceleración suave y progresiva voy recuperando la sensación del peso de mi cuerpo recostado sobre mi cama, aunque perduran en mis sensaciones internas las huellas del desplazamiento...
destat

martes, 3 de junio de 2008

Viaje mas allá del centro de la tierra

Cuando estaba tendido en mi cama, a eso de las seis de la tarde, me deleité por unos minutos sintiendo la brisa tibia del verano traer a travñes de mi ventana los aromas de los eucaliptus del cerro cercano a mi casa. Escuchaba a lo lejos los juegos de los niños, sus risas, sus correrías. Algunas gaviotas dejaban oir sus conversaciones cotidianas. Era un delicioso verano, lento, descansado, sin tiempo.

De pronto sentí que alguien puso sus manos sobre mi plexo, e inyectó en él un golpe de energía que me desprendió de inmediato del cuerpo físico, y me quedé flotando en la habitación. Permanecí con los ojos cerrados, profundamente sorprendido por la intensidad de la vivencia de ese golpe de energía. Imagínense, mas encima quedar flotando en el aire, estaba absolutamente sorprendido.

Entonces, sentí que el mismo serme abrazó por la espalda, y con absoluta gracia y destreza hizo un giro horizontal, como acostumbrándome al movimiento y a su presencia como guía. De inmediato me sentí completamente dócil y entregado. Lo que sigue fue una de las experiencias más maravillosas que puedo recordar.

Encontrándomecompletamente dispuesto a lo que viniera, hizo un rápido movimiento hacia arriba y en un repentino giro, esta vez vertical, se dirigió a toda velocidad hacia abajo. Dado el vértigo inmediato, tendí a abrir los ojos, y pude observar que se dirigía directamente contra el suelo, al costado de mi cama. sentí que me tensé ante la inminencia de estrellarnos. Entonces el ser se detuvo, como si esperara que yo me relajara. Cuando entendí el "mensaje", me di cuenta que era fundamental que yo superara la creencia de que el suelo sería un objeto "duro", asi que algo en mi decidió entregarse incondicionalmente, y en forma totalmente artificial, opté por "relajarme"...vaya, fue todo tan rápido, cosa de fraccion de segundo porque vuelve a repetirse la operación del giro vertical y casi inmediatamente siento que penetramos la tierra a una velocidad enorme. Descendíamos y descendíamos, y mi sensación era la de cruzar unamateria densa pero que no oponía resistencia alguna. No me atrevía a abrir los ojos por temor a perder lucidez o a encontrarme con mis condicionamientos "materialistas" que podían frenar bruscamente la experiencia. Simplemete practiqué relajarme y atender a cada detalle de este inexplicable viaje.

Seguíamos descendiendo a extraordinaria velocidad, cuando comencé a sentir la cercanía de un lugar, una especie de "centro" extraordinariamente candente, telúrico, no se como expresarlo bien. Entramos a un espacio rojizo, y sentía como si se tratará de un fundido infernal, pero que apenas provocaba una leve sensación de calor y viscosidad acuosa. Lo quemas me impresionó fue que esta entrada cambió por completo mi percepción en dos sentidos. Por un lado, un cambio en la presión sonora en mis oídos. Un fuerte rugido anunciaba que estabamos cruzando una capa de magma o roca derretida. Lo otro que me confundió muchísimo es que no me di cuenta cuando el vertigo "hacia abajo" comenzaba a sentirse "hacia arriba". no se el punto exacto en que se produjo el cambio, solo se que ahora atravezabamos la tierra en un sentido ascendente.

La velocidad era "monstruosa", y estaba siendo testigo de una experiencia sensorial que no estaba en lo absoluto en mis recuerdos. Estaba fascinado e hiper alerta a todo.

La sensación de magma fue desapareciendo hasta convertirse nuevamente en esta presion de roca traslucida, y vertiginosa. Algo curioso comenzaba a surgir. Percibí en mis oídos y en mi piel el roce de una superfixcie más bien arenosa, y deronto, un límite, un cambio drástico de sensaciones. La velocidad bestial pareció amortiguarse ante un nuevo cambio de escenario, una especia de cama acuosa, fria y oscura se interpuso de golpe. Sentí en mis oídos una tremenda presión y la textura de mi piuel evidenció que me encontraba en lo profundo de un océano.

Ascendíamos a gran velocidad en esta nueva textura, mientras a través de mis ojos cerrados podíapercibir la cercanía de la superficie, a juzgar por la luz creciente.

Abrí mis ojos plenamente en el momento mismo en que saltabamos mas allá de la superficie del mar, y nos depositabamos suavemente sobre un paisaje de playa, directamente sobre un muelle en donde me esperaban unas diez o doce personas. Estaban felices, me recibían me saludaban como si me conocieran desde siempre. Me sentí profundamente amado, emocionado, acogido. Celebraban mi llegada y me abrazaban. Eran jóvenes, hombres y mujeres. Y yo sentía que estaba en casa. Caminamos por la playa hacia el interior, donde había una casa, con forma de galpón. En su interior, había más gente, había una fiesta de bienvenida. Todos reían, hablaban al mismotiempo. No recuerdo en detalle las conversaciones, pero tengo chispazos fugaces de conversaciones, acerca de mi, de mi llegada, de lo contentos que estaban de volver a vernos. De pronto me vi parado sobre una mesa, alguien bromeba, era una fiesta animada, y parecía que caía lentamente la tarde.


Fui llevado hacia la playa por una mujer jóven y muy dulce a quien me parecia conocer de antes. Me llevo abrazado, caminando, me sentía espléndido, el día estaba hermoso, y atardecía. Quedé de pie frente a la orilla, divisando el mar calmo reflejando el sol del atardecer cayendo sobre el horizonte, entre las dos montañas costeras que abrazaban y protegían esa bahía. Sentí una profunda melancolía pues sabía que acabando la tarde debía retornar. Entonces la mujer me dijo al oído que todo tiempo estaba registrado en una memoria. Dijo que esa memoria se llamaba akásica, y que estaba en mi acceder a ella cuando quisiera, solo tenía que invocarla, pero que era un conocimiento de mucho respeto. Entonces alcé los brazos al cielo y desée humildemente que el tiempo diera marcha atrás pues necesitaba conocer dicha experiencia. Entonces me inundé sel sentimiento glorioso de ver retroceder al sol y clarear el día otra vez. Estaba presenciando una danza del tiempo hacia un momento anterior, como si con eso tuviera acceso a un espacio primordial. Y el sol quedó ubicado unos metros más arriba. Me sentí profundamente sagrado, serio, extático, respetuoso. Luego, algo en mi sabía que todo debía volver a su lugar, asi que nuevamente alcé los brazos y agradecí la oportunidad con todo mi corazón. Y el sol volvió a caer, y con él descendió la tarde.

Cuando volví la cara, todos estaban presentes, y me llevaron hacia el muelle, donde comencé a abrazarlos uno por uno, y les repetía lo agradecido que estaba, y no podía parar de llorar. lloraba de alegría, de privilegios, de tristeza, de melancolía profunda. Me dijeron que volvería, que me estarían esperando.

Entonces fui tomado por el mismo ser que me trajo (a quien nunca vi), y les vi abajo en el muelle agitando sus manos mientras subíamos en este giro vertical aunque lento, ayudandome a aceptar la partida, nuevamente abrazado desde la espalda, y preparándome hacia el espacio del vertigo. Entonces, repetimos el viaje de vuelta, y os sumergimos en el mar. El vertigo descendente comenzó a sentirse. Era exactamente el mismo viaje, peropor supuesto, al revés.

A pesar de repetir con la misma vivacidad todos los cambios perceptuales segun atravesábamos las capas de la tierra, mi corazón estaba acongojado. Todo fue perfecto, cada percepción de ese día intenso estaba completamente vibrante en lo hondo de mi ser. Solo me llamaba la atención como fcada segundo del viaje de retorno era exactamente lúcido, tal como el viaje de ida. Cuando fui dejado en mi cama, el abrazo de ese espíritume acompañó unos segundos mas, y me estrecho con fuerza. No paraba de repetir "gracias", "gracias", mientraspensaba si acaso merecía tanta belleza, tanto amor recibido. Y el abrazo se disipó, y cantaba en mi interior quiero volver a verlos a todos, quedan en mi para siempre. Cuando abri mis ojos y reconocí el tiempo usual cerca del anochecer, me quedé allí, tendido, recordando cada segundo, saboreando cada gota de amor derramados. Feliz y pacífico, profundamente pacífico. La noche caía lenta, hermosa, tan pero tan familiar. Lloré un poco, suavemente.

Y entonces me dormí.
destat