Estoy tendido sobre mi cama. Alguien ha puesto sus manos sobre mi plexo, y una oleada de electricidad recorre mi cuerpo. Mis oidos comienzan a percibir un fundido de sonidos, mi cuerpo sigue pesando, no siento que me salgo, permanezco en la misma posición, pero es como si me materializara en otro lugar. Es primera vez que siento esta sensación de "traslado" sin moverme. Palpo con mis manos la superficie sobre la que me encuentro. Es una mesa, sin embargo su dureza no causa molestias en mi cuerpo. No se porqué, pero siento que es ovalada, y estoy cómoda y relajadamente tendido sobre ella. Siento claramente que la habitación también es ovalada, y es más bien pequeña, y donde están mis pies, percibo un portal, pues escucho el ingreso de dos personas por allí. Mis ojos estan cerrados. Estoy tan fascinado con la vivencia que no quiero abrirlos, temo "salirme" como pasa algunas veces. Mi alrededor zumba muy suave y agradablemente, y me doy cuenta que el habitáculo en el que me encuentro es parte de una máquina, sin embargo el clima es acogedor. ¡Es una nave, estoy dentro de una nave!
Una voz de varón jóven habla al mismo tiempo que la de una mujer joven. Sus tonos son dulces y amigables. pero no puedo entenderles. No solo no entiendo el lenguage. Dicen lo mismo, al mismo tiempo, y esa experiencia me ha confundido mucho. es muy real y novedoso.
Hablan entre ellos, parece que acordaran algo. Susurran en una lengua desconocida para mi.
Ahora él se dirige a mí:
- Somos viajeros, viajamos en el tiempo y en el espacio. De allá donde venimos cada uno tiene un rol. El nuestro es investigar. Específicamente, yo estoy a cargo del centro de investigación útero-vaginal.
- Yo estudio acerca del avance de las civilizaciones, agrega ella.
Y él continúa: - Pero la razón por la que hablamos contigo es otra. Desde hace un tiempo estamos muy agradados. A ella y amí nos gusta mucho un instrumento musical que ustedes tocan acá, y que te hemos escuchado a tí, y que nosotros llamamos **** (la verdad es una palabra irrepetible, ni siquiera la recuerdo pues es absolutamente extraña para mi).
- No entiendo, replico. Noto que balbuceo, que mi boca es muy torpe y pesada.
Ahora ellos hablan entre si, estan acordando de nuevo. Ella primero susurra "Dialecticemos", y el le repite lo mismo.
Entonces, ellos repiten esa palabra, y de inmediato escucho con mucha nitidez el sonido de mi flauta dulce jugando con una melodía. Sonrío, me da mucho gusto entender lo que consultan, y me siento muy sorprendido por nuestra manera de entendernos.
- aaahh! "flauta" nosotros lo llamamos "flauta dulce".
- Es muy hermoso, dice él, y lon extrañamos, pues hace ya un tiempo que no te hemos escuchado tocarla.
Comienzo a pensar. Es así. Quizá ya hace unos tres meses que he abandonado la práctica de descubrir ese instrumento. Un día me prestaron una en el colegio. Me gustó casi de inmediato. Al cabo de un par de semanas pedía a mi madre que me consiguiera una, y ya estábamos recorriendo una conocida tienda de música para adquirirla. Aún la recuerdo, perfectamente blanca, de dos piezas, enfundada en un estuche verde claro. Durante muchas tardes de verano practiqué con ella en el descubrir sus sonidos, cada una de sus notas. Mi primera canción que ejecuté con facilidad fue "El Condor pasa", y luego, algo de bossa nova. Sin embargo mi mayor disfrute estaba en inventar mis propias melodías. Tres meses han pasado desde que interrumpí ello, apenas terminó el verano, apenas comenzaron las obligaciones escolares. Todo este tiempo estaba centrado en deberes, y noto como eso habia cambiado casi completamente la manera de sentirme en lo cotidiano. Sentí melancolía por ello.
- ¿Cómo es tu mundo? pregunté con curiosidad y algo de dificultad por esta lengua inexplicablemente traposa.
La habitación se llenó de sonidos. Árboles, mecidos por el viento suave de una tarde primaveral. Aves por todos lados, risas de niños jugando, al fondo de todo, lejos. Todo muy nítido, intenso, ¡ estaba realmente allí! ... tan pacífico, tan natural...
Me sentí profundamente agradecido, y algo sin razón me decía que era una despedida. "gracias" pronuncié un par de veces. Sentí un regalo de paz, de privilegio, de admiración por mi propia experiencia.
Siento la descompresión en mi cabeza. Mis manos palpan la suavidad de mi cama. Estoy en casa nuevamente. Siento mucha paz y felicidad.
Tuve esta experiencia como a los 12 años de edad.
Destat